Certamen de cuentos de Navidad en español
Categoría: Bachillerato
1er premio
Aimée Lister (pseudónimo Joy. Noël)
Papá Noel sí existe
La puerta se abrió y entró la niña, caminaba lentamente hacia la casa, limpiándose las lágrimas que caían de sus ojos. Abrió la puerta trasera, que da a la cocina, donde encontró a su madre sentada y escribiendo.
“Hola, Laura”
“Hola, Mamá” susurró Laura.
“¿Qué te pasa cariño?”, dijo su madre levantándose y acercándose a ella.
Laura no podía hablar, alargó los brazos y abrazó a su madre.
“¡No hay Papá Noel!” dijo Laura llorando.
“¿Cómo que no hay Papá Noel? ¿Quién te dice eso?” preguntó su madre.
“En el colegio! Todos dicen que Papá Noel no existe”, dijo Laura entre sollozos. “Y todos dicen que soy una niña chica por creer en eso”.
“Venga, vamos a sentarnos y hablamos sobre esto”, dijo su madre suavemente.
Se sentaron juntas en el sofá viejo y la madre de Laura dijo “Mira cariño no sé si Papá Noel existe o no, pero en mi corazón yo creo que sí existe, porque si nadie cree en Papá Noel, nadie recibirá regalos en Navidad, pero sin embargo todos recibimos.
“No entiendo, mamá” dijo Laura interesada “¿Y qué pasa con los pobres?” preguntó.
“Laura, Navidad es un tiempo de querer y de dar, aunque seas pobre puedes dar algo, nosotros no somos ricos, no tenemos dinero de sobra, pero hay otras maneras que podemos dar”, dijo su madre.
“Pero los niños dicen que soy una niña chica”, protestó Laura.
“Es solo lo que ellos piensan, seguramente se sientan mal por haberte hecho llorar y a lo mejor no saben ellos de verdad si creen o no, pero como te digo es una cosa personal de cada uno, yo prefiero creer en Papá Noel porque me gustaría recibir un pequeño regalo.
Laura sonrió y le dio un beso a su madre y se levantó.
“Gracias, mamá, yo también creo que hay Papá Noel porque también me gustaría recibir algo”, dijo contenta Laura.
“Podríamos ir al parque mamá?”, preguntó Laura.
“Sí, por qué no, venga vamos, coge tu abrigo” dijo su madre.
Laura muy contenta cogió su abrigo y salió de la casa dando brincos. Llegando al parque corrió hacia sus amigas y dejó a su madre hablando con otras madres.
“Hola, Lucía, ¿qué vas a pedir estas Navidades?”
“Mi madre dice que carbón, si no me comporto bien, pero eso no es verdad ya que Papá Noel no existe”, contestó Lucía.
Laura pensó en lo que le dijo su madre y sonrió.
“¿Y tú, Martina? ¿Qué vas a pedir?”, preguntó interesada Laura.
“Este año nada, no tenemos dinero para eso, mi padre no trabaja y el dinero que trae mi madre apenas es bastante para dar de comer a nosotros cinco”, dijo Martina triste. “Pero de todas manera no existe Papá Noel”. Laura sonrió.
Miró en dirección de los columpios, donde Susana, Daniel y Emilia jugaban, ellos era niños que vivían en un orfanato, pero venían al parque todas las tardes después del colegio. Laura sabía que estos niños no tenían mucho, bueno en verdad no tenían nada que llamar suyo. No tenían padres como ella y sus amigas, no tenían paga, no tenían nada, tampoco tenían dinero para comprar nada.
Laura corrió hacia ellos: “Hooolaaa! Venga, vamos a montar en los columpios”. Todos cogieron un columpio y comenzaron a columpiarse y entre risas y felicidad, Laura preguntó “¿Creéis en Papá Noel?...
“¡Sííí!”, contestaron los tres.”Claro que creemos, porque vivimos con la esperanza de que un año nos encontrará y nos traerá un regalo. Si no creemos en él nunca nos traerá nada, ni nos encontrará”, dijo Emilia.
Laura sonrió.
“Vámonos”, dijo su madre.
“Vale, voy, mamá”, contestó Laura.
“Adiós a todos, espero veros mañana”, gritó a sus amigos.
“¡Adiós, Laura!”, gritaron todos.
Ya en casa, Laura cenó y subió a su habitación, muy pensativo, abrió el armario de juguetes y empezó a ordenar en 2 montones, un montón con juguetes con los que jugaba y otro con los que no. Cuando terminó estaba sorprendida de que el montón con los juguetes que jugaba era mucho más pequeño que el montón de juguetes con los que no jugaba. Laura sonrió. Volvió a poner todos los juguetes con los que jugaba en el armario. Se sentó contenta y pensó: “¡Tengo un plan!”.
Otra vez empezó a ordenar los juguetes con los que no jugaba, hizo 2 montones, los de niña y los que era más para niño. Sacó de debajo de la cama un rollo decorativo de papel de pared que su padre le había dado para dibujar y colorear. Y comenzó a envolver cuidadosamente los juguetes y pegó en ellos una tarjeta que ponían Niño o Niña, finalmente terminó y bajó a hablar con su madre.
“Mamá”, llamó Laura. “He pensado lo que me dijiste, que la Navidad es un tiempo para dar, arriba tengo muchos juguetes para llevar al orfanato, así todos los niños pueden recibir un regalo en Navidad y también hay una bolsa con 5 juguetes para Martina, ¿puedes disfrazarte de Papá Noel y llevarlos al orfanato y a la madre de Martina para que ellos puedan tener regalos de Navidad también?
“Ven aquí, dijo su madre, estoy muy orgullosa de ti, seguro que los niños van a estar muy contentos de recibir un regalo estas Navidades, y claro que sí te ayudo”.
Llegó el 25 de diciembre y Laura se levantó muy emocionada, había pedido el deseo de que le regalaran unos patines, y su deseo se hizo realidad, abrió el regalo y su cara se le llenó de alegría y tenía una gran sonrisa. Ella lo único que quería era ir al parque a probarlos y su madre aceptó.
Cuando llegó, había muchos niños jugando y Laura patinó hacia sus amigos para charlar con ellos. Martina estaba allí con sus hermanos y hermanas jugando alegremente. “¡Holaaa! ¿Sabes qué? Ahora sí creo que existe Papá Noel porque dejó una bolsa llena de regalos envueltos en papel decorativo de pared, nosotros creíamos que no nos iba a traer nada”.
Laura sonrió y patinó hacia donde Susana, Daniel y Emilia estaban jugando.
“Holaa, me ha sorprendido encontraros aquí hoy”, dijo Laura.
“Bueno”, contestó Daniel, “Estábamos tan contentos esta mañana que hicimos muchísimo ruido y nos mandaron a salir a jugar al parque a quemar un poco de energía”.
“Sí, os noto muy contentos hoy”, dijo Laura.
“Claro”, dijo Susana, la más pequeña, “Papá Noel por fin nos encontró”, pero no solo a nosotros tres, sino a los veinte niños del orfanato, mira, estamos todos aquí quemando energía”, terminó Susana.
Laura sonrió y patinó hacia su padre“Vámonos”, dijo Laura, “Estoy tan contenta de que todos están contentos, que podría explotar de alegría”.
“Tú hiciste esto, Laura, te mereces estar contenta y yo estoy muy contenta de que estés muy contenta y de que hayas ayudado a todos tus amigos”, dijo muy contenta su madre.
Fueron juntos hacia las puertas del parque y caminando hacia ellos venía Lucía con una cara de enfado.
“Hola, Lucía, Feliz Navidad, ¿te regalaron muchos regalos?”, preguntó Laura.
Lucía se enfureció más: “¡No!”, gritó Lucía, “¡Lo único que me regalaron fue carbón!” Y se fue enfadada.
Laura sonrió. “Papá”, dijo contenta, ¿Sabes qué? ¡Que sí creo en Papá Noel después de todo!”…